
Silla del Papa
Tarifa

En lo más alto de la Sierra de la Plata, a escasos kilómetros de Tarifa y a más de 450 metros sobre el mar, se alza un enclave que combina misterio, historia antigua y una de las panorámicas más espectaculares del sur peninsular: la Silla del Papa. Pocos lugares en Cádiz condensan de forma tan poderosa la unión entre paisaje y arqueología, entre naturaleza y memoria humana.
Un asentamiento prerromano con vistas al mundo
Lejos de ser un simple mirador natural, la Silla del Papa fue el hogar de un importante poblado turdetano, descendientes directos de la cultura tartésica, que prosperó entre los siglos V y II a. C. Desde esta cima se dominaba visualmente todo el tránsito del Estrecho de Gibraltar, un punto estratégico desde el que observar rutas comerciales, movimientos de poblaciones y, por supuesto, la pesca y navegación que sustentaban la vida en la región.
Las excavaciones arqueológicas han revelado un urbanismo sólido y bien organizado: viviendas construidas con muros de piedra, restos de almacenes y espacios que debieron destinarse a trabajos de artesanía. Entre los hallazgos más significativos destacan fragmentos cerámicos y materiales importados, testimonios de un comercio activo con otras culturas mediterráneas, incluida la fenicia.

¿Por qué "Silla del Papa"?
El nombre evoca leyendas, pero su origen está más cerca de la tradición que del Vaticano. Según la creencia popular, en el punto más alto del cerro existía una roca tallada de forma natural que recordaba a un sillón. Durante la Edad Media se extendió la historia de que un papa (o un obispo de gran autoridad) había descansado allí contemplando el Estrecho. La realidad arqueológica, sin embargo, sitúa la ocupación de este enclave muchos siglos antes del cristianismo.
Una atalaya natural clave en la génesis de Tarifa
La importancia de la Silla del Papa radica también en su papel como preludio histórico de la actual ciudad de Tarifa. Muchos investigadores consideran que el asentamiento pudo ser un núcleo precursor de la localidad, desplazado hacia la costa solo cuando las condiciones políticas, comerciales y de defensa hicieron más ventajosa la vida junto al mar.
Desde la cima se comprende por qué los antiguos eligieron este lugar: el paisaje cuenta la historia por sí solo. Frente al visitante se abre la costa africana, tan cercana que parece al alcance de la mano; a un lado se extiende la Bahía de Cádiz, al otro las primeras montañas del Rif marroquí. En días despejados, la línea del horizonte se convierte en un puente natural entre continentes.

Un tesoro patrimonial poco conocido
A pesar de su importancia arqueológica y de su poder evocador, la Silla del Papa sigue siendo uno de los enclaves menos difundidos de la provincia. Su acceso requiere una pequeña ruta de senderismo, lo que lo convierte en un destino perfecto para el viajero que busca historia, naturaleza y tranquilidad.
Hoy, el yacimiento forma parte de un proyecto de conservación destinado a proteger sus restos y poner en valor su relevancia dentro del pasado prerromano del Estrecho. Cada visita es, en cierto modo, un viaje íntimo al origen de la presencia humana en este privilegiado rincón del sur.



