Monumento a Sancho IV

Tarifa



En Tarifa, junto a la imponente Torre de Guzmán el Bueno, se alza una estatua que parece custodiar los vientos del Estrecho y la memoria de un rey: el monumento a Sancho IV el Bravo, erigido en 1992 con motivo del séptimo centenario de la toma de la ciudad.

Una conquista con gambito histórico

El origen de este monumento hunde sus raíces en un episodio decisivo de la Reconquista. En 1292, Sancho IV de Castilla emprendió el asedio de Tarifa, que entonces estaba bajo control benimerín. Fue una campaña compleja, con apoyo por mar (gracias a una flota genovesa y aragonesa) y por tierra. Finalmente, la ciudad cayó, lo que consolidó el dominio castellano sobre el Estrecho de Gibraltar.

Ese logro fue estratégico: Tarifa no era una ciudad cualquiera, sino un punto clave para controlar las rutas entre la península ibérica y el norte de África, un nexo entre mundos.

Sancho IV: el rey con fama de bravo

Sancho IV, nacido en Valladolid en 1258, subió al trono en 1284 tras la muerte de su padre, Alfonso X el Sabio. Su reinado estuvo marcado por tensiones internas: disputas dinásticas, nobleza descontenta, y una lucha constante por consolidar su poder. Fue apodado "el Bravo" no solo por su carácter sino por su temple en esas crisis.

El episodio más emblemático asociado a su reinado, y muy ligado a Tarifa, es la relación con Guzmán el Bueno, el caballero que defendió la ciudad ante un nuevo cerco dirigido por el infante Don Juan (hermano de Sancho) junto a fuerzas meriníes. Según la leyenda, Guzmán prefirió entregar su propia daga para que mataran a su hijo antes que rendir la plaza, en un gesto de honor que pasó a la posteridad.

La escultura: símbolo de soberanía y memoria

La estatua, obra del escultor Manuel Reiné Jiménez, representa al rey sentado sobre un pedestal de sillares de piedra. A su lado se recuesta un león, símbolo de poder, coraje y realeza. En el frontal del pedestal hay una inscripción que dice: «A Sancho IV el Bravo en el VII centenario de la Toma de Tarifa. 1292-1992».

Un detalle curioso: el bronce para la estatua provino de antiguos embalajes de pólvora de cañones costeros. Así, el monumento está hecho con fragmentos que algún día fueron parte de la artillería defensiva costera.

Su ubicación no es azarosa. Está justo a los pies de la Torre de Guzmán el Bueno y muy cerca del acceso principal al castillo. Esta posición refuerza su papel simbólico: Sancho IV figura como guardián histórico, uniendo físicamente su estatua al castillo que, en su día, fue la pieza central de su conquista.


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