
Mercado de Abastos
Tarifa

En la laberíntica fisonomía del casco antiguo de Tarifa (Cádiz), donde las murallas vigilan el mar del Estrecho y las callejuelas rezuman historia, se alza un edificio que ha sido testigo de siglos de vida local: el Mercado de Abastos. Más que un simple centro comercial, su arquitectura, su historia y su presente son un puente entre el pasado de la ciudad y su identidad contemporánea.
Orígenes: del zoco callejero al mercado estable
Durante buena parte de la historia de Tarifa, el comercio de proximidad no tenía un hogar fijo. El mercado ambulante se desarrollaba en calles como San Donato o Azogues, donde se vendían frutas, verduras y otros productos frescos. La pescadería, por su parte, se encontraba junto al mar; los pescadores exhibían su mercancía a cielo abierto cerca de la Puerta del Mar.
Este modelo cambió radicalmente en 1835, cuando se inauguró la primera plaza de abastos en un solar muy simbólico: el del antiguo convento de la Trinidad, un lugar con siglos de historia religiosa que el ayuntamiento convirtió en epicentro comercial.

La construcción del edificio actual: un proyecto con vocación histórica
Con el paso del tiempo, la plaza de abastos de 1835 empezó a acusar el desgaste: las instalaciones eran obsoletas, poco funcionales y no respondían a las necesidades de una Tarifa más moderna. Así nació la idea de un edificio nuevo. A mediados de los años 20 del siglo XX, el Ayuntamiento encargó al arquitecto José Romero Barrero el diseño de un mercado más digno y permanente.
Las obras comenzaron en 1927 y concluyeron en 1928, y el mercado fue inaugurado oficialmente el 4 de agosto de 1928, con una ceremonia que contó con presencia local y bendiciones religiosas.

Un estilo arquitectónico con carácter: el neomudéjar
El mercado diseñado por Romero Barrero no es un edificio funcional cualquiera. Se erige con un claro influjo neomudéjar, una corriente arquitectónica que evocaba elementos ornamentales de la tradición islámica y andalusí, algo muy presente en muchas edificaciones andaluzas de principios del siglo XX.
Uno de los rasgos más llamativos es su patio central, rodeado de arcos y columnas que recuerdan la serenidad de un zoco. En algunas antiguas postales del mercado reconstruido ya aparece una fuentecilla en ese patio, que realza su carácter de espacio comunitario, de punto de encuentro.

Vida social, comercial y cultural
Este mercado no sólo ha tenido un papel comercial: ha sido durante casi un siglo un espacio social fundamental para Tarifa. En sus puestos se han ofrecido pescados, carnes y productos frescos, pero también se ha reinventado con el tiempo: hoy día muchos puestos han dado paso a tiendas de ropa, artesanía o regalos, especialmente para el turismo.
El edificio también alberga actos culturales y sociales. Su patio es escenario ocasional de eventos, charlas, tertulias y degustaciones, lo que refuerza su valor como símbolo patrimonial y comunitario.



