
Iglesia de San Isidro Labrador
Los Barrios

En la Villa de Los Barrios, donde las calles Santísima Trinidad y Jesús, María y José confluyen en la céntrica Plaza de la Iglesia, se levanta la Iglesia de San Isidro Labrador, un edificio que encarna el espíritu de una comunidad y atestigua siglos de historia, resiliencia y fe. Su torre campanario sobresale por encima del templo, proclamando de piedra y luz la memoria de un pueblo.
Los orígenes: de ermita rural a núcleo poblacional
El origen del templo se remonta a una modesta ermita dedicada a San Isidro, ubicada en el cortijo de Tinoco, en pleno campo gaditano. En esa ermita, a fines del siglo XVII, los jornaleros de la zona acudían a los oficios religiosos.
La importancia de aquel humilde oratorio cambió drásticamente tras la toma de Gibraltar por las tropas anglo-holandesas en 1704. Muchos gibraltareños exiliados se asentaron provisionalmente junto a la ermita, iniciando un poblado improvisado que, con los años, se consolidaría como la Villa de Los Barrios.
Con el crecimiento demográfico, la ermita quedó pronto pequeña. En 1719, el capellán local, Pedro de Rosas Plasencia, solicitó su ampliación, pero el obispo de Cádiz, Lorenzo Armengual de la Mota, ordenó en su lugar la construcción de una nueva iglesia. El 30 de agosto de 1724 se dictó el auto episcopal correspondiente.
Así, la parroquia definitiva nació como respuesta al nuevo asentamiento que se estaba formando en torno a la ribera del río Palmones: la comunidad barreña.

Una obra larga, en fases y con barrotes de piedra
La nueva iglesia comenzó a edificarse en 1727. Los primeros trabajos se toparon con severas dificultades: derrumbes en las bóvedas, escasez de recursos y falta de impulso. Durante décadas, las obras avanzaron con lentitud.
No fue hasta 1755 cuando la reconstrucción ganó nuevo impulso de la mano del arquitecto carmelita fray José de San Miguel, tras un informe solicitado por el obispo Fray Tomás del Valle.
En 1760 se consagró el templo original, de planta cuadrada y espadaña. Pero la transformación seguía. La segregación definitiva de Los Barrios de San Roque y las donaciones de vecinos como Martín y Gabriela Lozano permitieron una ambiciosa ampliación. Entre 1766 y 1769, se levantó la torre-fachada barroca que aún hoy domina la plaza.
Finalmente, a lo largo del siglo XVIII y hasta mediados del XIX, se construyeron las naves laterales, el crucero, el altar mayor y diversas capillas, configurando la planta en cruz latina con tres naves, tipología que ha llegado hasta nuestros días.

La torre: atalaya barroca y símbolo de identidad
La torre campanario, de 31 metros de altura, es el sello más reconocible de la iglesia y, por extensión, de Los Barrios. Su estilo no es el típicamente andaluz: mezcla influencias clásicas, góticas, mudéjares, herrerianas y barrocas, lo que le da una presencia cosmopolita y algo afín a las torres castellanas.
Construida en sillería de piedra arenisca bajo la supervisión de fray José de San Miguel, la torre se alzó con sorprendente rapidez (apenas dos años y medio) entre 1766 y 1769.
Además, la torre no es solo una pieza arquitectónica: en su muro luce un escudo conmemorativo de los benefactores hermanos Lozano, fechado en 1769, que reivindica el carácter del Campo de Gibraltar como entidad histórica antes incluso de la constitución formal de la provincia de Cádiz en el siglo XIX.

Un interior austero, pero lleno de historia y fe
El interior de la iglesia mantiene una gran sobriedad: tres naves blanqueadas, separadas por columnas y arcos de medio punto, crucero, capillas laterales y una bóveda de cañón con lunetos en la nave central.
Entre sus elementos de interés destacan:
Una pila de agua bendita, posiblemente bautismal, cuya antigüedad y origen han sido objeto de debate entre historiadores. Algunos la atribuyen a la antigua ermita. Su estilo es oscuro, con motivos vegetales; otros sostienen un origen gótico, lo que podría vincularla a épocas anteriores.
Un reloj de sol en el lado este de la torre, y otro en el lado norte del campanario, que marca la hora solar sin maquinaria: un testimonio de otras formas de medir el tiempo antes de los relojes mecánicos.
Un archivo parroquial que conserva los registros de los primeros feligreses barreños, muchos de ellos exiliados de Gibraltar en 1704: bautizos, defunciones, donaciones… un testimonio documental del nacimiento y evolución de la Villa.
La casa que vio nacer un pueblo
Decía el cronista oficial Manuel Álvarez Vázquez que la iglesia de San Isidro Labrador fue "el primer edificio histórico de Los Barrios desde su constitución como núcleo poblacional". Y no le falta razón. En su piedra y su torre, en sus bóvedas y en sus archivos, encierra la memoria de los exiliados gibraltareños, de los jornaleros que labraban la tierra, de los donantes que apostaron por un templo, y de generaciones enteras que han celebrado sus bodas, bautizos y funerales bajo su techo.
La iglesia de San Isidro Labrador sigue siendo hoy la casa del patrón de Los Barrios. Cada año, la villa rinde homenaje a su santo con la romería de San Isidro Labrador, una festividad que conjuga devoción, cultura, naturaleza y comunidad.



