
Ermita de los Santo Mártires
Medina Sidonia

A unos pocos kilómetros del casco histórico de Medina Sidonia, se alza un templo discreto en apariencia, pero de una trascendencia histórica que lo hace singular: La Ermita de los Santos Mártires.
Este pequeño monumento se erige como testigo vivo de varias épocas: romana, visigoda, islámica y cristiana medieval. Su valor patrimonial la convierte en una parada imprescindible para quienes desean asomarse a los estratos profundos de la historia de Andalucía.

Vestigios romanos y primeros cristianos
El origen del edificio hunde sus raíces en una villa rural romana de tipo terra dominicata, que se erigiría en el siglo II de nuestra era. Restos visibles: la torre-vigía adosada al cuerpo principal procede de aquel momento, con sillares romanos en su base.
Hacia el siglo IV, se estableció en este lugar un pequeño oratorio al uso de un grupo de ermitaños que podían estar vinculados al movimiento augustiniano. Una fuente recoge que entre los años 390 y 395 habría sido usado como oratorio por seguidores de San Agustín de Hipona junto al obispo Paulino de Nola.
Este paso del mundo romano al cristiano primitivo se deja ver aún en sus columnas reutilizadas y capiteles de distinta factura que conviven en sus muros.

La era visigoda: Consagración y mártires
Una de las fechas clave es el 16 de diciembre del año 630, cuando el obispo Pimenio de Asidonia-Gades consagró el edificio como basílica cristiana, reutilizando un ara romana como dintel de la sacristía, y consignando en ella tal evento. El mismo documento menciona el depósito de reliquias de varios mártires, de ahí su advocación.
Así pues, el templo se erige como una de las edificaciones cristianas más antiguas de Andalucía, lo que le otorga, y los especialistas lo subrayan, un valor singular para entender la transición entre Antigüedad tardía y la Alta Edad Media.

Huellas islámicas, reforma medieval y modernidad
Tras la conquista islámica de la península, el edificio no desaparece, sino que permanece en uso y sufre intervenciones constructivas en diferentes momentos. Por ejemplo, la parte superior del torreón presenta sillarejo de época árabe y almenado, testimonio del aprovechamiento de la estructura original en época medieval islámica.
Ya en época cristiana posterior (siglos XV-XVI) el templo sería ampliado con una nave central y dos laterales, reorganizando el espacio de culto adaptándolo a las nuevas necesidades y estilos. En el siglo XIX, diversas reformas remodelaron el pórtico, la espadaña y otros elementos exteriores.
En su interior, la Ermita contiene piezas de interés: la imagen de la Virgen de Loreto, traída desde Italia en 1666, es venerada en el altar mayor. Las columnas reutilizadas de origen romano, los capiteles visigodos y las modificaciones mudéjares o góticas hacen de este templo un mosaico arquitectónico.



