
Convento de San Cristóbal
Medina Sidonia

El Convento de San Cristóbal de Medina Sidonia es una fundación que combina historia, espiritualidad y tradición artesanal. Conocido popularmente como «las Monjas de Abajo», este recinto monástico parece detener el tiempo, no solo es un espacio de contemplación, sino también un relato vivo de la evolución de la religiosidad femenina, el mecenazgo conventual y el patrimonio artístico barroco en la comarca de La Janda.
Orígenes y asentamiento: De beaterio a convento agustino
La historia de este convento se remonta al siglo XV. Ya en 1490 existía en una ermita dedicada a San Cristóbal, un beaterio al que se denominaba de las «lloronas» por su vinculación con las plañideras en los entierros.
En 1526 esas beatas se integran formalmente en la Orden de San Agustín, constituyéndose ya como un convento de clausura. Sin embargo, su ubicación original presentaba inconvenientes: deslizamientos del terreno y la difícil orografía del emplazamiento llevaron al traslado en 1646 al solar que ocupa actualmente, cuyas obras, según los documentos, se terminan hacia 1651, momento en que ya la comunidad de religiosas se halla plenamente instalada.

Arquitectura, arte y el eco del barroco
El edificio actual es sobrio por fuera, con los parámetros clásicos del barroco conventual andaluz: muros encalados, arcos de medio punto en la puerta de ingreso, y una torre-campanario adosada con dos arcos de medio punto que le dan un aire sobrio pero elegante.
El interior revela una tipología característica: planta de cruz latina, una sola nave ensanchada en el crucero con cúpula sobre pechinas, y bóveda de cañón con lunetos en los tramos laterales. El claustro, otro eje importante del edificio, organiza la vida conventual en torno a un patio central cuadrado, cerrado, como era habitual en los conventos de clausura.
En cuanto al patrimonio artístico, destacan varias piezas:
El retablo mayor, de comienzos del siglo XVIII, con columnas salomónicas, pan de oro y una escultura central de la Virgen de los Remedios con el Niño.
En el coro, una imagen de crucificado de formas tardogóticas que se enmarca en el círculo del escultor Pedro Millán.
La capilla de Santa Rita, con retablo de columnas salomónicas y decoración vegetal.
Comunidad y economía conventual: Dulces, clausura y supervivencia
Durante su historia, el convento gozó de una notable prosperidad: hacia 1835, en plena desamortización, su renta ascendía a 43.232 reales, lo que lo convertía en uno de los conventos más ricos de la ciudad en ese momento. Las rentas procedían mayoritariamente de las tierras que el monasterio poseía: aproximadamente 1.564 fanegas y 110 aranzadas.
Hoy en día, la vida interior de la comunidad es mucho más reducida, pero han sabido vincular la tradición del clausura con una actividad económica que las mantiene: el obrador de repostería. Desde dulces conventuales típicos de la zona como alfajores, tortas pardas, yemas, hasta mazapanes navideños.



