Castillo de Gigonza

San José del Valle

En el término municipal de San José del Valle, en plena campiña gaditana, se alza el Castillo de Gigonza, una fortaleza que guarda entre sus muros siglos de historia, leyenda y memoria. Aunque hoy su silueta emerge en soledad, rodeada de olivares y tierras de labor, este enclave fue en tiempos pasados un punto estratégico clave en la defensa y articulación del territorio entre la sierra y el litoral de Cádiz.

Un enclave con historia desde Roma

Los orígenes de Gigonza se remontan mucho antes de la Edad Media. Las excavaciones arqueológicas realizadas en las cercanías han revelado restos romanos y visigodos, prueba de que la zona fue habitada de forma continuada desde la Antigüedad. Gigonza era conocida por sus aguas termales, que brotan aún hoy a escasa distancia del castillo, y que dieron fama al lugar en época romana. De hecho, los manantiales medicinales de Gigonza siguieron siendo apreciados durante siglos, atrayendo a viajeros y curiosos incluso en tiempos modernos.

Fortaleza fronteriza entre reinos

El castillo, tal como hoy lo conocemos, se levantó entre los siglos XIII y XV, sobre los restos de una antigua fortificación islámica. Durante la Reconquista, su posición fue de vital importancia: marcaba la línea fronteriza entre los territorios musulmanes de la Serranía de Ronda y las tierras cristianas ya incorporadas al Reino de Castilla.

Fue Alfonso X el Sabio quien primero lo mencionó en documentos de repoblación, y posteriormente, Enrique IV lo cedió al noble Rodrigo Ponce de León, figura destacada en la historia del linaje que daría nombre a la Casa de Arcos. Así, Gigonza pasó a formar parte del sistema defensivo señorial de los Ponce de León, una red de fortalezas que incluía también los castillos de Arcos, Zahara y Alcalá de los Gazules.

Arquitectura y legado

El Castillo de Gigonza se presenta en planta casi cuadrada, adaptada al terreno, con gruesos muros de mampostería y sillares en las esquinas, y en cuyo interior encontramos el patio de armas y la Torre del Homenaje, cuadrada de dos plantas con acceso a través de escaleras. Entre la entrada al castillo y el patio de armas hay una pequeña y sencilla capilla que data del siglo XIX. 

A escasa distancia se encuentran los baños de Gigonza, un conjunto de construcciones que atestiguan la importancia del manantial. Las aguas termales, declaradas de utilidad pública en el siglo XIX, fueron utilizadas con fines terapéuticos y convirtieron el enclave en un pequeño foco de turismo rural antes de que existiera el concepto moderno.


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