Baño de la Reina Mora

Jimena de la Frontera



Jimena de la Frontera, enclavada en la provincia de Cádiz entre la Serranía de Ronda y la Bahía de Algeciras, es un mosaico vivo de siglos de historia. Mientras su castillo medieval domina el cerro del San Cristóbal, a escasos metros de sus murallas se esconde una de las joyas menos conocidas pero más evocadoras del patrimonio local: el Baño de la Reina Mora.

Una leyenda a la roca

El nombre, atractivo y sugerente, parece arrancado de un relato de princesas y fortunas pasadas: "Baño de la Reina Mora". Tal denominación popular alude a la creencia, más legendaria que documentada, que alguna reina mora habría sumergido allí su cuerpo en tiempos remotos. Sin embargo, la realidad arqueológica de este enclave es más humilde y fascinante a la vez: se trata de una estructura excavada en la misma roca que, lejos de ser un simple estanque, apunta a un uso litúrgico.

Entre historia y devoción

Las investigaciones sitúan el Baño de la Reina Mora entre los siglos IX y X, una época de intenso cruce cultural en la península ibérica durante la dominación musulmana y los primeros siglos de la presencia cristiana en Al-Andalus.

La pileta excavada en arenisca  no fue probablemente un balneario al uso, sino una pila bautismal de tamaño natural, pensada para el rito del bautismo por inmersión, práctica habitual entre los primeros cristianos. Esto sugiere que el lugar pudo formar parte de una iglesia mozárabe rupestre, excavada directamente en la roca viva, y usada por comunidades cristianas que mantenían sus cultos en entornos fronterizos y multiculturales.

A la izquierda del "baño", nichos grandes y pequeños tallados en la pared vertical apuntan a espacios para recipientes litúrgicos o símbolos sacros, reforzando la idea de un centro de culto modesto pero significativo.

Paisaje y contexto

Situado a las espaldas del Castillo de Jimena, que formó parte de las defensas fronterizas entre los reinos cristianos y musulmanes, el Baño de la Reina Mora no sólo tiene valor arqueológico sino también paisajístico. Desde allí se obtienen panorámicas sobre la sierra y la bahía que evocan el carácter estratégico del enclave en tiempos medievales.


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